Hace casi un año el Ayuntamiento de Barcelona nos pidió que les orientáramos para crear un vivero de empresas en el Barrio de Baró de Viver. Nosotros, en una mezcla de sentido común, locura colectiva y atrevimiento les dijimos que les ayudaríamos a crear un coworking.
Sentido común porque los emprendedores de Barcelona se beneficiaran mucho más de un coworking en el que pueden trabajar hasta 60 personas que si hubiéramos remodelado cinco locales para que se hubieran asignado a cinco empresas diferentes. Locura colectiva porque cuando el ayuntamiento viene a pedirte algo no sueles decirle que no, que “si eso” hacemos otra cosa. Y atrevimiento porque al final hubo echarle valor para hacerlo.
Afortunadamente delante nuestro tuvimos a alguien que supo escuchar, que tuvo la valentía de hacerlo y que hizo un esfuerzo por entender el impacto potencial de lo que le estábamos proponiendo. Gracias a esta persona, hoy Sinèrgics es una realidad.
No es ningún secreto que no soy precisamente un fan de lo que se está haciendo en coworking público en nuestro país: que es simple y llanamente hacer dumping al coworking con dinero público. Por eso desde que tomamos el reto de hacer coworking público como Dios manda tuvimos claras dos premisas:
- El servicio debía ser de calidad: debía ser coworking de verdad
- No nos podíamos limitar a ofrecer un servicio por debajo de precio de mercado a un grupo reducido de personas: debíamos crear un sistema mediante el cual el dinero público invertido en ofrecer ese servicio acabara revirtiendo en los ciudadanos de la zona en la que Sinèrgics tendría su sede
Y así nació el coworking con retorno social
La idea es muy simple: creamos y gestionamos un coworking con dinero público, unos coworkers se benefician de este servicio, estos coworkers deben retornar este servicio (pagado con dinero público) a aquellos que pagan por este servicio, es decir, a los ciudadanos. El equipo del espacio no es responsable de que este retorno se de, el equipo es responsable de verificar que este se de, que tenga sentido y que sea de calidad. Debemos dejar de ser paternalistas con los ciudadanos o en este caso con los coworkers, ellos han asumido una responsabilidad al aceptar el trato. Cumplamos nosotros nuestra parte.
Como conocedores del barrio, de sus necesidades y de las complejidades de su entramado social (por esto no voy ni siquiera a osar hablar del barrio y dejaré que en un futuro lo hagan quienes trabajan en él) los constructores de comunidad del espacio no sólo supervisan el retorno social sino que catalizan este retorno social ayudando a conectar a la comunidad del coworking con aquellos de fuera actuando como constructores de comunidad dentro y fuera del espacio. Así esperamos que en un futuro próximo podamos explicaros que hemos logrado ampliar la corona de colaboración que normalmente alcanza a los miembros de la comunidad de un coworking a todo un barrio.
Más información sobre el espcio público de Sinèrgics y el barrio de Baró de Viver:
Página Web de Sinèrgics
Baró de Viver | Wikipedia
Baró de Viver | Google Maps
Artículo escrito para Zona Coworking